viernes, 30 de julio de 2010

EL CERRO DE IR Y NO VOLVER

(CUENTO)

Esta era una vez, un señor muy adinerado, con muchas propiedades, animales y mucha riqueza. El señor también tenía tres hijos, cuando los hijos crecieron, que se hicieron hombres, le dijeron al Señor: Papá denos la herencia que queremos ir a recorrer el mundo. El Señor les dijo: bueno está bien. Si eso es lo que quieren yo no los puedo detener. Al momento de despedirse, el padre a cada uno de sus hijos les dio a elegir entre; una carga de dinero o tres consejos.

Cuando llegó el primero hijo a despedirse de su padre, él le preguntó, antes de irte dime qué quieres, “una carga de dinero o tres consejos”. El hijo insensato respondió lleno de emoción -----quiero la carga de dinero--, bueno el dinero te daré.

Al poco rato llegó su segundo hijo. El padre le hizo la misma pregunta. Hijo que quieres que tu padre te de antes de salir, una carga de dinero o tres consejos. El segundo hijo, contento porque veía la posibilidad de poder tener dinero para gastarlo en su andanza le dijo: Padre quiero el dinero, me va a servir para el viaje. Bueno hijo, el dinero te daré.

Al poco rato llegó su tercer y último hijo. El padre igual que a sus hermanos anteriores le hizo la misma pregunta, y Tú hijo que quieres: una carga de dinero o prefieres tres consejos. El hijo guardó silencio un momento y después de pensar, … bueno el dinero al poco tiempo se me va a terminar y por si eso fuera poco, como voy a andar el mundo, los ladrones me pueden asaltar y robar en el camino, Así pensó su hijo menor y respondió, Padre, se que mis hermanos decidieron por el dinero, pero yo prefiero que me de los tres consejos.

Sabia decisión has hecho hijo mío, los tres consejos te daré:
1. No preguntes lo que no te importa.
2. No rompas con la primera
3. No camines por veredas

Después de esto, los tres hermanos salieron de su casa paterna para recorrer el mundo. Cada uno tomo su caballo y los dos mayores tomaron una bestia adicional para llevar el dinero que su padre les había entregado. Después de caminar durante un tiempo, llegaron a una planicie donde el camino se dividía en tres, y allí el mayor dijo a sus hermanos menores, aquí hay tres caminos, así que vamos a dividirnos y cada quien tome su camino, escojan ustedes por cual quieren ir. Así cada uno tomo su propio camino, que lo llevaría a su destino.

Continuaron caminando ahora solos en su propio camino… cruzaron valles, ríos, montañas, etc. Cada uno de los caminos tenía sus propias sorpresas, desafíos y peligros. El primero, después de haber fracasado en su encuentro con el rey, se encontró con un grupo de ladrones, quienes al darse cuenta que lo que llevaba en la bestia era dinero, lo atacaron y lo mataron robándole todo el dinero.

El tercero, o el niño como su padre lo llamaba, después de mucho caminar diviso un castillo donde vivía un rey. El niño caminó y se acercó con mucho cuidado. Al verlo el rey, se alegró, y lo mando a encontrar y a pasar adelante, ya en el castillo lo atendió muy bien y mando a los criados a que le dieran todo lo mejor del castillo, lo alojó en una buena habitación y compartía la mesa del rey en el comedor principal. El joven estaba confundido con tanta atención. Sin embargo no decía ni preguntaba nada.

En el castillo sucedían cosas extrañas. El rey tenía castigada a su esposa por motivos de infidelidad, por eso la había atado a una pata de la mesa del comedor y cuando él estaba almorzando le tiraba a ella comida (como si se tratara de un perro).
El niño vio esto, y aunque no le gustó lo que vio, recordó uno de los tres consejos de su padre, “no preguntar lo que no te importa”. De esta manera transcurrió la comida, el rey después de comer se quedó conversando y provocando de manera que el niño se diera cuenta de la condición de la mujer y preguntara por ella. Pero eso no sucedió.

El rey le había dicho a la reina, su esposa, que cuando llegara alguien y que viéndola no preguntara porqué se encontraba allí y en esas condiciones, hasta entonces la iba a perdonar y a recuperar su status de reina y esposa. De esa manera mucha gente llegaba al castillo invitada por el rey a comer. Siempre que sabían que un extranjero estaba en la ciudad el rey lo invitaba a comer. Pero, la gente siempre al ver a la mujer, preguntaban porqué ella estaba allí, a lo que el rey respondia que eso a él no le importaba, que ese era su problema. Esto era causa de tristeza por parte de la mujer, porque significaba la prolongación de su castigo y la muerte del visitante, por meterse en lo que lo le importa. Esa era la causa por la que se llamaba el cerro de ir y no volver, ya que todos morían por la curiosidad.

Así fueron llegando uno a uno los tres hermanos. Llegó el primero y cometió la imprudencia de preguntar por la mujer. A los pocos días llegó el segundo y después de ser invitado a comer en el castillo, le preguntó al rey por la mujer. Ambos murieron a causa de su pregunta. Varios días después, llegó a la ciudad el niño. El rey cuando supo que había un extranjero en la ciudad lo mandó llamar, para invitarlo a almorzar. A su llegada el rey lo recibió muy amablemente, lo invitó a comer, y aunque vio la mujer no le preguntó por ella.

Al final de la comida cuando ya se estaba despidiendo, el rey le pregunto al niño porqué no había preguntado nada acerca de la mujer atada a la pata de la mesa. El niño recordando los consejos de su padre, respondió: “porque eso no me importa, si usted la tiene allí usted sabrá porqué, yo no tengo que saberlo”. El rey estaba contento, y la reina todavía más porque por fin había llegado alguien que con su silencio y su prudencia la había liberado de tan odioso castigo.

La reina, feliz y agradecida con él, lo mando a llamar y le invitaron a que se quedara a vivir con ellos, y poco tiempo después se caso con la hija del rey. Todos fueron muy felices, vivieron tranquilos, tuvieron muchos hijos, y después me vine yo.

3 comentarios:

  1. Esos con sejos me los dio mi padre ace 49 años y todavia no e en contrado al rico que me invite a comer o que me aya invitado un agua o a des cansar en sucasa ?? No a todos nos toca suerte?

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  2. Esos con sejos me los dio mi padre ace 49 años y todavia no e en contrado al rico que me invite a comer o que me aya invitado un agua o a des cansar en sucasa ?? No a todos nos toca suerte?

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