viernes, 30 de julio de 2010

EL CHILIPUCO

(Cuento)

Esta era una vez, un hombre muy rico que vivía en un poblado a la orilla del lago. El hombre vivía muy feliz con su familia, tenía una casa grande con jardines, tenía sus mozos para el trabajo y muchas propiedades. Este señor tenía un hijo y también era dueño de mucho ganado. Todo era felicidad. Pero, había algo que no le permitía ser completamente feliz. Cada semana, por las noches como a la oración antes de anochecer, llegaba una serpiente hambrienta que le pedía al hombre su comida. Cuando la serpiente llegaba, siempre se dirigía al hombre diciéndole: “la vida o el novillo”, cada vez que llegaba esta serpiente tenía que entregarle un animal para que se lo comiera. De esta manera, poco a poco el hombre fue acabando su ganado, hasta que se quedó sin nada.

Este hombre también tenía un hijo, le decían “el niño”, y este hijo tenía un novillo llamado chilipuco, que su padrino se lo había regalado. El niño le tenía mucho cariño al chilipuco, todos los días jugaba con él y lo acariciaba para que se hiciera más dócil. Pero llegó un día que ya no tenían más ganado, todos los animales se los había comido la serpiente, el hombre quedó pobre, casi en la miseria a causa del monstruo. La serpiente le daba a elegir entre su vida o la de una de sus reses, cada día el hombre daba una res para mantener a la serpiente y así preservar su vida.

Cuando el padre del niño terminó con todo su ganado, el niño conversó con Chilipuco, diciéndole que no sabía qué hacer porque todos los animales de su papá ya se habían terminado, que solo él quedaba. Y que si esa noche no le daban comida a la serpiente, entonces se los comería a ellos. Entonces Chilipuco, le dijo: no te preocupes niño, cuando la serpiente venga dile que sí le darán comida, y me pones a mí para que me coma. El niño se puso triste al oír la propuesta de su chilipuco, le decía: no, no, chilipuco como crees que yo voy a permitir que te coma, no me pidas eso. Prefiero que nos coma a nosotros. El chilipuco le respondió: no tenemos alternativa la serpiente ya va a venir, pero tú tienes que decirle que se coma solo la carne, el cuero no, por ningún motivo permitas que se coma mi cuero. Así lo hicieron. Cuando el animal llegó, y dijo: “La vida o el novillo”, la carne menos el cuero, —dijo el niño—. La serpiente hambrienta como estaba, le dijo: no importa, lo que quiero es comer. Entonces se abalanzó sobre el chilipuco y se comió solo la carne así como lo habían pactado.

Antes de morir, el chilipuco le había dicho al niño que cuando él muriera del cuero mandara a hacer un pial y que lo guardara. Cuando él lo necesitara hiciera lo que debía y luego dijera “sóquelo chilipuco”. La siguiente vez que volvió la serpiente por su cena, tampoco tenían nada para darle comida, ahora ya no tenían ni al chilipuco. Esta vez no sabían qué hacer. Estaban desesperados. Allí el niño recordó lo que el chilipuco le había dicho antes de morir, por eso cuando la serpiente llegó de nuevo y dijo: “la vida o el novillo”. El niño se quedó pensando muy preocupado, y luego pensó, de todos modos este animal ahora nos va a comer a nosotros. Pero bueno, voy a intentar a ver qué pasa.

El animal desesperado por el hambre que tenía, repitió de nuevo “la vida o el novillo”, el niño continuaba preocupado sin saber qué hacer, luego de unos minutos respondió “ni la vida ni el novillo, sóquelo chilipuco”. Y lanzó el pial sobre el cuello de la serpiente. EL chilipuco era un animal encantado y cuando murió el encanto quedo en el cuero con la finalidad de salvar la vida del niño y de su familia. Debido a esta magia que ahora estaba guardada en el pial, este cayó justo en el cuello del animal, el cual se escurrió hasta asfixiar y ahogar la serpiente, muriendo en el instante.

De esta manera, la familia quedó liberada de tan terrible amenaza. De allí en adelante vivieron felices y trabajando para recuperar todo el daño ocasionado por el monstruo. Y después que ellos quedaron felices, me vine yo.

Blanca Irma Rodríguez de la memoria de Félix Antonio Rodríguez.

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