miércoles, 13 de julio de 2016

LA HOSPITALIDAD PARA LOS EXTRANJEROS



                                                                       Cuento                                                  
Inspirado en Lucas 2.
Esta era una vez, un niño que venía al mundo por primera vez, sus padres eran gente pobre, sencilla y no le hacían mal a nadie, el papá era de oficio carpintero y su mamá, se dedicaba a los oficios de la casa. Pero ella muy inteligente y le gustaba servir a la comunidad.
Cierto día un Angel del Señor le anunció a María madre se dio cuenta que estaba embarazada de un bebé que le puso por nombre Jesús. El padre al inicio no le pareció mucho la idea de tener un hijo porque él no estaba preparado todavía. 

En una ocasión los padres tuvieron mucho temor porque las autoridades andaban buscando los niños para matarlos porque les habían dicho que en ese lugar nacería El Mesías, el Hijo de Dios.
En esos días, Augusto César emitió un edicto para que todos los habitantes se empadronaran, era un censo de población de toda la comarca. Sus padres tuvieron que hacer un viaje a Belén porque tenían que ir a registrarse, de acuerdo a lo exigido con las leyes del imperio. María estaba en los últimos momentos del embarazo y el tiempo para el registro era corto y además estaba ya por expirar. ¿Qué hago, era la pregunta que se hacía José, el padre del bebé? Finalmente se fueron a cumplir con el mandato del rey. 

Ya en Belén, el momento se acercaba y María empezó a sentirse mal, el nacimiento del bebe esta por suceder y ellos no encontraban un lugar dónde pasar la noche, buscaban en las casas de huéspedes, en los hoteles y siempre les decían: no tenemos habitaciones. Buscaron a gente conocida, a amigos que pensaron que les podían ayudar y la respuesta fue la misma. También tocaron las puertas de gente desconocida y tampoco tuvieron suerte.
José estaba preocupado de ver a su querida esposa que la hora se acercaba y no tenían un lugar para que su querido hijo naciera.

En su aflicción les decía que por favor aunque sea un rinconcito para su esposa le dieran y que para él no importaba, pero siempre le decían: lo siento no tenemos nada, todo esta ocupado. Así recorrieron todos los hoteles y casa de huéspedes. También acudieron a sus amistades, quienes también les dijeron que no tenían espacio porque sus familiares también habían llegada a la ciudad para registrarse.
Así tocaron la puerta de todas las casas que pudieron, en busca de personas de buena voluntad y de fe que estuvieran dispuestas a brindarles aunque sea un rinconcito donde poder recostar su cabeza y descansar y que su hijo pudiera nacer bajo techo.

Por fin encontraron un hombre bondadoso que igual que los anteriores, les dijo que no tenía espacio en la casa, pero que si querían pasar la noche en la caballeriza, lo podían hacer.
La acongojada pareja estaba muy contenta de haber encontrado una familia que le diera acogida aunque fuera en el cobertizo junto con los animales.
Allí nació el bebe, el Hijo de Dios, en un pesebre humilde en medio de los animales, en medio de los microbios y la contaminación. 

Moraleja.
La lección que aprendemos con esta historia, es que la falta de hospitalidad que tenemos con el extranjero (llámese forastero, migrante) por no perder nuestra comodidad, hace que otros sufran.
Revda. Blanca Irma Rodríguez.