viernes, 30 de julio de 2010

EL NIÑO QUE SE PERDIO EN EL DESIERTO

(Cuento)

Había una vez, un joven que decidió salir a andar por el mundo. El quería conocer países, lugares, pueblos. Viajar en diferentes medios de locomoción: avión, tren, barco, autos, y hasta caminar distancias a pie. El tenía un gran espíritu de aventura.

El, era un joven audaz, inquieto, le gustaban los desafíos, tenía la habilidad de trabajar tanto en cosas técnicas y manuales como también en cosas delicadas y finas, como la computación el dibujo y la pintura.

Una vez salió de su casa y de su país y decidió recorrer y conocer el mundo, anduvo por Brasil, Guatemala, Honduras, Estados Unidos, y finalmente fue a parar a chile, Se fue hasta el fin del mundo, al país donde ya no hay más que puro mar y hielo.

Chile es un país precioso, con sus playas limpias y llenas de conchitas de colores, Sus aguas en verano son cristalinas y azules como el azul del cielo, pero muy frías y en invierno la gente no se puede bañar.

Este joven andaba de un lugar para otro; desde el norte al sur de Chile, desde Coquimbo hasta Osorno y desde la cordillera hasta el mar. El joven se había convertido en un completo viajero, que no fijaba un lugar estable de residencia.

Un día decidió caminar más para el norte del país, había escuchado muchas historias de personas que habían visitado el desierto, también por su parte; él había leído por Internet acerca de cómo son las condiciones en el desierto chileno. Finalmente, decidió comprobarlo por sí mismo y se internó en el desierto. Se trata, del desierto de Atacama que es el más pequeño pero a la vez es el más árido y seco de todos los desiertos del mundo. Empezó a caminar y caminar, caminó durante varias horas y solo veía arena y más arena. Muy cansado, decidió sentarse a descansar. Sus provisiones de agua y comida cada vez eran menos.

Muy triste, pensó, que haré. Hasta ahora no he divisado nada que indique que en este lugar hay algo con vida, solo veo arena y más arena, y para colmo, se me están terminando las provisiones. ¿Qué haré?

De pronto divisó un precioso paisaje que estaba frente a sus ojos. El joven se deslumbró por lo maravilloso de la vista y se olvidó que tenía pocas provisiones para sobrevivir. Entusiasmado corrió hasta el lugar, -pensó- se trata de un espejismo, he escuchado que la gente en el desierto, cuando está agotada ve alucinaciones, pero de todas formas iré a ver de qué se trata.

Efectivamente, el joven quedó sorprendido, cuando llegó al sitio y pudo constatar que no era una alucinación, era real. Ese lugar era nada menos que el conocido como Valle de la Luna, frecuentemente visitado por turistas. Muy contento de haber llegado hasta allí, caminó por el lugar y luego por toda la orilla hasta que con sus pies dibujó todo el valle.

Cansado se quedó dormido. Pasaron las horas. El sol se ocultó, la noche cayó y con ella la temperatura también bajo. Hacía mucho frío. El joven estaba desprotegido para un ambiente y una temperatura muy baja. El frío lo despertó, cuando abrió los ojos se dio cuenta que su ropa estaba fría, en su cuerpo casi no había calor. Estaba solo y desprotegido en un lugar a muchos kilómetros de su casa. El temor de encontrarse solo en un lugar desconocido y sin protección le asaltó su pensamiento. Hasta aquí todo había estado bien, pero ahora qué pasaría. Luego, a lo lejos escuchó ruidos y pensó que era el viento que soplaba fuerte. Los ruidos cada vez se hacían más fuertes, el miedo se apoderó de él pensando que podían ser malas personas que anduvieran en el lugar, y se empezaron a escuchar murmullos de voces, y cada vez se hacían más claros.

El chico se quedó atento a escuchar, de pronto se dio cuenta que se acercaba gente, el chico estaba feliz porque ellos serían su salvación. Hasta el lugar había llegado un grupo de turistas que habían llegado a visitar el precioso Valle de la Luna.

Los turistas se impresionaron al verlo solo y a esas horas de la noche. Le ofrecieron ayuda, le compartieron alimentos de los que tenían para ellos y también le prestaron unas frazadas extras que andaban en su equipo de viaje. Finalmente se ofrecieron para que regresara con ellos a la ciudad. Así nuestro pequeño aventurero regresó a su casa. Le prometió a sus padres que para sus próximos viajes sería más prudente en sus destinos y que también no viajaría solo, siempre es mejor viajar en compañía de familiares o amigos. Fin.

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